Estuve la semana pasada en Filipinas y Taiwán.
Sobrevolábamos Delhi cuando aún faltaban cinco horas para llegar.
A la vuelta, en el aeropuerto de Bangkok saltaron las alarmas por mi fiebre y me pusieron la mascarilla "para protegerme de los demás" decían encantadores.
Formosa lo es.
Es cierto que lo más impresionante es la alegría con la que trabajan todos... la limpiadora, el barrendero y con la misma disposición la directora del hotel... ejemplar.
Frenética actividad, pero no agotadora sino muy gratificante.
Manila es otra historia, más gitana
(por cierto, me han sacado en portada de un artículo... allí con mis vinos, no llevaba los farolillos y el jamón, pero bueno, quedó bien).
Ayer después de leerte, me fui a la biblioteca y cogí Los Detectives Salvajes y también una peli que se llama La Mirada de Ulises, de Harvey Keitel que es pura poesía y en ella le dice llorando y abrazado a una mujer fantástica que no la puede amar porque debe continuar su viaje. Es curioso, ¿no?
(es curioso porque después de hacer yo esto me llega una recomendación de leer el Sindrome de Ulises, de un amigo de Roberto Bolaño).
Bueno, también cogí Kafka on the Shore, de Murakami
y Travesía de Madrid, de Umbral:
- "Sole, dame un beso"
- "Uy, un beso".
Ayer después de leerte me vi en el gordo y amarillo Mao y en la sucia y ruidosa Acapulco y me fui, sintiéndolo, a la biblioteca.
No debería hacerlo más... O sí, porque el saber nunca está de más.
No debería hacerlo más. De este año no pasa.
Me he mudado a un estudio en Paseo de la Habana.
http://www.youtube.com/watch?v=c63jer4AIXo
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Y mira, te lo voy a decir así.
Qué bien escribes, cabrona.
Na más que lo que me sale de las tripas... Menos mal que las voy relajando. ...Vas a tener que cambiar el título de tu blog!!
Publicar un comentario