El H. Gym de Moncloa
resultó ser un gimnasio de universitarios.
Así que allí estaba tumbada,
compartiendo sauna con dos agregadas al twenty
que se ponían al día:
- ¡Tía, lo tuyo con Fran es muy fuerte, a lo tonto ya lleváis dos meses juntos!
- Sí, maja, el viernes hasta las cinco en su casa… menos mal que la portera de la resi no se va hasta las casi las seis para coger primer metro, que si no… ¡me quedo en la calle…! Y encima a las ocho me despierta mi madre que mi tío el que tenía cáncer había muerto. ¡Toda la noche del sábado en el velatorio!… Y el domingo a la vuelta me llama Fran que si nos vemos… pues no mira, ¡¡es que estaba muerta!! ¿Y tú qué? ¡¡Cuéntamelo todo con Rober!!
- Pues nada, que me fui a Guada y lo ví, en la disco… enrollándose con una en mis narices. Y yo ¡qué voy a hacer… pues reírme!. Mira que me había puesto los taconazos, claro que después me los guardé en el bolso y con bambas (…pero el que me viera… ya me había lucido, ¿no?). Y este tío… pues no sé… Y eso que sabes que dejó a la camarera por mí, la otra lloraba… pero oye, a mí me gustaba y a lo mío… pero vamos, que no me fiaba…¡y ya ves!… Así que cuando me vio riéndome en su cara con la nueva, me empezó a decir que yo de qué iba… ¡pues de qué voy a ir, de mí!, ¿no?. Ja, ja… Anda, pásame el exfoliante que elimine toxinas.
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2 comentarios:
¡¡Dios!!
¡¡Es buenísimo!!
¡¡Quiero más de tus historias de gimnasio!!
... pues con mi querido público de dos pedazos de escritoras, da gusto intentar superarse!! ;)
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