jueves, 11 de septiembre de 2008

Angelita

Debí dejarle el primer día que me pegó. Entonces éramos novios. Y al poco, con mis 23 años, nos casamos.

Le conocí recién llegada de Barcelona, el mejor año de mi vida. Le dije a mi madre que me iba una semana a ver a una amiga, si no imposible. Qué pena la pobre de mi madre, me rogaba por teléfono que me volviera ya para Jerez, que allí me iba a perder...

Ahora me ha dejado por la negra del club, que se llama como tú: Sara. Y ya ves, tengo 53 años y he perdido mi vida.

Entonces no era como ahora, recuerdo el día que le denuncié a la policia, que no era otro que un amigo-vecino... ¡qué verguenza! porque ocurrió de madrugada y era él el que estaba de guardia.

Allí estaba yo, que llevaba en la mano aún como muestra el matojo de pelo que me había arrancado mientras me arrastraba. Así que mi vecino - el poli - hecho polvo, pero me dijo: bueno, Angelita, esto ya está, vete para casa y si te vuelve a hacer algo me llamas.

Pero después ya no le llamé, porque con la segunda paliza me quedé agotada y me dormí, lo mejor que podía hacer.

En los últimos años ya la sombra me cogió miedo, aunque yo hubiera retirado las denuncias. Ahora le llamo la sombra porque al final, aunque siguiésemos viviendo juntos, ya ni me hablaba ni me tocaba.

Ay, Sarita, la verdad es que estoy hecha un lío porque a veces la echo de menos, a la sombra...

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